México.- Para determinar los niveles de estrés provocados por las actividades de buceo turístico en las mantas gigantes del Parque Nacional de Revillagigedo y contribuir para su conservación, una estudiante de posgrado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), desarrolló una técnica de toma de muestras musculares para analizar los metabolitos segregados que responden a agentes estresantes que pudieran provocarles estrés y alterar negativamente su organismo.
Carolina Hernández Navarro, Maestra en Ciencias en Manejo de Recursos Marinos, por el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas, señaló que las mantas gigantes que viven en este parque nacional están protegidas por la Norma Oficial Mexicana NOM-029-PESC-2006, que se refiere a la pesca responsable de tiburones y rayas, por lo que no se les puede capturar ni extraer del agua para tomar muestras de sangre.
“Pero sí nos permiten tomar biopsias musculares, para lo cual tuvimos que desarrollar una técnica especial mediante un complicada logística que consistió en identificarlas, tomarles foto, medirlas con un láser y, posteriormente, utilizando una vara hawaiana con una punta modificada, para obtener la muestra muscular, la cual se debía almacenar de inmediato en nitrógeno líquido para conservar los niveles de estrés oxidativo que se puede perder en cuestión de minutos”, explicó.
La investigadora politécnica determinó que las mantas de Revillagigedo sufren un aumento de estrés oxidativo muscular súbito cuando inicia el turismo, con menor cantidad de buzos, pero conforme pasa el tiempo aumentan los turistas, las mantas gigantes se acostumbran y entonces disminuyen los niveles de estrés oxidativo.
“Yo relaciono este comportamiento con el Síndrome General de Adaptación descrito en 1946 por Hans Selye, ya que al ser una especie muy sociable, se adaptan con mayor facilidad a la presencia de los buzos”, señaló Hernández Navarro.
Consideró, no obstante, que se debe dar seguimiento a esta conducta con estos o más metabolitos, para evitar alteraciones a su estado de salud, en virtud de que cada vez aumenta el número de turistas, tan sólo en 2016 se registraron alrededor de mil 500 buzos y para 2019 fueron más de cuatro mil 500, además se debe tomar en cuenta que estos animales, que suelen superar la tonelada de peso, son vulnerables por su reproducción lenta y tardía.
BTM
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