Por Iván Santiago Marcelo
Envueltos en hojas de plátano, de maíz o totomoxtle, la diversidad de tamales que hay en México es muestra de la riqueza gastronómica y cultural que recordamos durante el mes de febrero, en especial en el Día de la Candelaria.
El tamal, vocablo que viene del náhuatl tamalli, que significa “envuelto”, tiene su origen en la época prehispánica, cuando estaba presente tanto en ceremonias como en el consumo diario. Hoy en día lo encontramos de norte a sur y preparados con un sinfín de recetas preservadas y transmitidas a lo largo de los años.
Particularmente, la tradición de comer tamales el 2 de febrero está relacionada con el uso ceremonial que tenía este platillo en festividades como la del inicio del ciclo agrícola, que se celebraba en el primer mes del calendario mexica.
Curiosamente, este ritual coincide con el Día de la Candelaria del calendario católico, que conmemora la purificación de la virgen María y la presentación del niño Jesús en el templo.
En el país se calcula que existen aproximadamente 500 tipos de tamales, pero seguramente este número se quedaría corto si exploramos minuciosamente cada una de las regiones y municipios, donde este alimento se prepara con una gran cantidad de ingredientes producidos de manera local, y que son reflejo de una cultura ancestral.
Platillo de lujo, y de la dieta diaria
Para los mexicanos, el tamal, que tiene como base el maíz y la manteca, puede ser un platillo de lujo que se prepara en fechas importantes de las comunidades como el Día de Muertos o Semana Santa, en celebraciones como bautizos o bodas, pero también puede formar parte de la dieta diaria.
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