México.- El mariachi, dotado de una capacidad extraordinaria para generar emociones, enfrenta la peor crisis de los últimos tiempos: la pérdida de su mercado laboral debido a la pandemia por SARS-CoV-2, y el enorme reto de superar esta situación.
Sus integrantes se crecen ante el público y el ajetreo, trabajan con los resoplidos, con instrumentos de viento, cuerdas que frotan y voces unísonas.
Están lo mismo en un bautizo, cumpleaños, aniversario, conmemoración, boda, velorio, que por el simple gusto de interpretar esas melodías que estremecen el cuerpo, provocan llanto, alegría, tristeza.
Son parte fundamental de la cultura mexicana, su presencia y aceptación en el mundo llega a ciudades ubicadas a miles de kilómetros de México.
Hoy, su trabajo no se puede realizar con cubrebocas y, aunque se resisten a que sus instrumentos y voces se queden en silencio, la realidad los obliga a disminuir su actividad laboral, la cual desempeñan aproximadamente mil personas, de acuerdo con cifras recientes del INEGI.
Para Camilo Camacho Jurado, etnomusicólogo y docente de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM, atraviesan por una situación crítica, porque además de que suspendieron las actividades festivas y todo tipo de encuentros, tienen que cantar sin cubrebocas, y esto los pone en mayor riesgo.
El también violinista y quien formó parte de una agrupación de mariachi que llevó hace algunos años la música mexicana hasta Taiwán, expresa que hoy la realidad es distinta y, sobre todo, compleja para quienes se dedican a esta labor.
“En estos momentos en la Ciudad de México no es tanto que se haya disminuido el cobro, porque se intenta recaudar lo mismo, pero no hay trabajo, se ha disminuido en más del 50 por ciento, los compañeros están tocando al 25-30 por ciento”, destaca.
Con asombro, comenta que algunos músicos que conoce envían mensajes por redes sociales: “deséenme suerte, me voy a trabajar, me salió una tocada”. Son conscientes de que arriesgan la vida, pero tienen que llevar algo a sus familias, y no hay de otra, más que atreverse.
“Debo decir que, aun con semáforo rojo, hay oportunidades de que sean contratados en reuniones con menor cantidad de gente, obviamente sigue siendo un riesgo”, refiere Camacho Jurado.
BTM
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