Por Fernanda Orozco
Hoy, 15 de octubre, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Rural y sí, es a nivel internacional, instaurado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con la intención de reconocer la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.
Actualmente, son 14.3 millones de mujeres mexicanas que viven en el ámbito rural, de las cuales, según el SIAP, son 885 mil las que se dedican a actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca), además de otras labores como: quehaceres domésticos, cuidados a hijos o adultos mayores, mantenimiento del hogar y en menos medida asistencia a escuelas.
Ante esta realidad los gobiernos y la sociedad en general tenemos la obligación, permítanme referirlo así, de prestar atención a las necesidades de las mujeres rurales, visibilizarlas y atenderlas con distintas acciones que impacten en lo político, económico, social y cultural. Invertir en ellas es determinante para el presente y el futuro.
No se niegan los avances que a lo largo de los años se han tenido para dignificar los trabajos que realizan las mujeres en el sector rural, sin embargo, el crecimiento ha sido lento y en una sociedad como la nuestra se requiere de un mayor impulso para ir implementando la equidad y trabajar en una igualdad de género en el sector rural.
Es cierto que hoy las mujeres rurales mexicanas tienen acceso a los programas sociales enfocados al campo, un hecho que hace unos 10 años atrás era complejo de lograr pero, ¿eso es todo?
No basta con darnos acceso a los programas sino que se requiere la participación en la toma de decisiones a todos los niveles, que los programas de asistencia y/o apoyos estén fiscalizados a las necesidades reales a las que se enfrentan las mujeres rurales, contar con accesos a los servicios de asesoría para promover las habilidades económicas en la banca, los procedimientos comerciales y financieros, así como la provisión de microcréditos, y una de las acciones más importante la elaboración de leyes que garanticen que las mujeres rurales tengan derechos plenos e iguales a poseer tierras y propiedades productivas.
Para dimensionar qué tan importante es el papel de la mujer en las producción de alimentos basta con echar un vistazo a los datos de la ONU, quienes establecen que con la participación igualitaria de la mujer en actividades del campo traería como consecuencia un rendimiento agrícola entre un 20 y un 30 por ciento más, por lo que alimentarían a entre 100 y 150 millones de personas más.
Se conmemora el día de la Mujer Rural, pero para festejarlas realmente hacen falta más que actos conmemorativos o explanadas que lleven su nombre, se requiere de acciones que abran los espacios que por años llevan cerrados para ellas.
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