Desde que la ONU fijara el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, cada año se insiste en la necesidad de que el planeta se una para la protección de un bien cada vez más preciado y cuya escasez afecta a millones de personas en el mundo.
Aunque México tiene una ubicación geográfica privilegiada, factores como la disminución de las lluvias por el cambio climático, el crecimiento demográfico y una mala gestión de las autoridades, han provocado que apenas el 52% de la población urbana cuente con suministro constante de agua potable, de acuerdo con datos del Inegi.
Incluso, en estados con una fuerte infraestructura hidráulica como Nuevo León, el abasto regular ya no llega ni al 31 por ciento. O el caso de Guerrero que, pese a su importante disponibilidad acuífera, solo una cuarta parte de los habitantes tienen acceso a la red de suministro.
Además, la Conagua indicó en su más reciente informe sobre las situación en las presas que 119 de las 210 registran menos de la mitad de su capacidad de almacenamiento, debido a que el 2023 fue el año más seco de los últimos 80 años.
El Día Mundial del Agua 2024 tiene como tema “Agua para la Paz”. Se reflexiona a cerca de la idea de que el agua puede crear paz o desencadenar conflictos. En muchas ocasiones el agua está contaminada, o escasea, o depende de las fronteras entre diferentes países, y todo ello crea tensiones.
La gestión y el uso del agua influyen directamente en la salud pública, la alimentación, la energía y la productividad económica.
Por nuestro bien y el del planeta, los países tienen que cooperar para proteger y conservar este tesoro que, sin duda, es el más preciado de la Tierra.
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