Por María Fernanda Orozco.
Mucho se habla y se escribe del empoderamiento de las mujeres, poco se acuerda sobre las acciones que hay que realizar para que esto suceda, y más aún aplique para aquellas mujeres que se encuentran en la ruralidad ¿Cómo empoderar a la mujer rural?
En pasados días, el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME) y el Consejo Agroalimentario de Jalisco (CAJ) en Guadalajara firmaron el convenio Mujeres por Amor al Campo, en pro de las productoras agropecuarias y empresarias de la agroindustria a escalas pequeña y mediana, con la finalidad de apoyarlas en la ardua tarea de comercializar en el mercado nacional e internacional.
El convenio que menciono tiene quizá el objetivo ideal de ser una acción concreta que permita el desarrollo en la economía de las productoras agropecuarias, así como de las pequeñas y medianas empresarias jaliscienses. Desde hace unos años, he sostenido que si una mujer cuenta con libertad económica y financiera se convierte en el motor para su empoderamiento, y no, no es una idea nueva, que el empoderamiento de las mujeres tenga como pilar una vida sin preocupación económica, pues es parte de la tesis que establece Virginia Woolf en el ensayo “Una habitación propia” (1929).
Si para una mujer con el privilegio de vivir en la urbanidad es importante contar con una estabilidad económica y financiera para ser total y completamente dueña de sí, ¿logran imaginar lo que implicaría que las mujeres rurales contaran con esta estabilidad?
Justo es la pobreza el primer gran obstáculo a vencer para que las mujeres rurales se empoderen, tan solo en el 2022, el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), estimo que 8.1 millones de mujeres rurales vivían en pobreza, es decir el 57% de la población total de mujeres rurales mexicanas son pobres, ¿cómo las sacaremos de dicha condición?
Teniendo como antecedente las cifras anteriores es que me resulta interesante la firma del convenio Mujeres por Amor al Campo, así como la conveniente existencia de cooperativas como “Colectivo Agroindustrial Teotihuacano” conformado por 16 mujeres que se dedican a agregar valor a la producción primaria que se cultivan en la región de Teotihuacán, Estado de México.
Por voz de Teresa Carmen Martínez Oliva, integrante del Colectivo Agroindustrial Teotihuacano, supe que llevan más de 40 años trabajando en esta idea y desde la primera década de los dosmiles, ella y sus compañeras le dieron forma legal. Hoy cuentan con 30 productos etiquetados, diseñados y envasados listos para su venta. Esta actividad es el sustento económico de las integrantes.
La tarea (que se sabe es colectiva y nada sencilla) es desarrollar acciones concretas en pro fomentar e impulsar las actividades económicas que realizan las mujeres rurales, como, por ejemplo, acercarlas al acceso a apoyos y créditos financieros; lo anterior sumará para que poco a poco más mujeres puedan salir de la condición de pobreza y así poder estar en circunstancias viables para su empoderamiento. Asimismo, se requiere respetar sus derechos laborales y humanos; priorizar su introducción y permanencia a la educación; asistencia médica y cuidados para sus hijos, sin ser intrusivos en sus creencias, cultura y tradiciones.
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