El dúo que impulsó Tupperware: una historia de éxito, fracaso y celos profesionales

La historia de Tupperware tiene todos los ingredientes con los que se podría hacer un guion de película o miniserie, pero sin final feliz.  Todo comenzó con Earl Tupper, nacido en 1907 en New Hampshire, EU, y quien a finales de los años 30, comenzó a trabajar en una fábrica de plásticos. 

Rápidamente se dio cuenta del potencial que tenía dicho material, compró la maquinaria necesaria y fundó su propia empresa Tupper Plastics. Con el polietileno fabricó parte de máscaras de gas para la II Guerra Mundial, a la par que hacía cuencos o recipientes con tapadera hermética. El túper acababa de nacer.

El diseño y funcionalidad de los productos hicieron que recibiera halagos en varios reportajes de medios de comunicación, pero las ventas no llegaban. 

Es aquí cuando entra en escena la otra gran protagonista de esta historia, Brownie Wise, que en aquel momento estaba divorciada, tenía un hijo y vivía en Detroit. Para sacarse un dinero extra con el que cuidar de su niño, Wise había empezado a trabajar como vendedora de artículos del hogar de la marca Stanley Home Products. Organizaba fiestas caseras a las que invitaba a otras mujeres y les mostraba la mercancía.

Cuando a finales de los años 40 conoció los productos de Tuppper, decidió comenzar a venderlos de la misma forma. Poco a poco fue reclutando más mujeres para la misma tarea, de tal forma que llegó un momento en el que se vendían más productos en estas fiestas que en tiendas. 

Consciente del éxito de Wise y su buen ojo para el negocio, Tupper la contrató a inicios de los años 50 y la nombró vicepresidenta de marketing para que desarrollara una nueva división de la empresa, la de fiestas en casa. 

La popularidad de Wise, divertida y cercana con la prensa y los consumidores a diferencia de un Tupper más reservado, iba creciendo hasta conseguir ser la primera mujer en ocupar la portada de la revista Business Week, en 1954. Se había convertido en la cara de la empresa.

La constante atención a Wise y los incentivos que daba a las vendedoras exasperaban a Tupper y la relación entre ambos se fue enrareciendo hasta acabar con el despido de ella en 1958. Poco después, Tupper vendió la empresa por 16 millones de dólares, se divorció y se retiró a vivir a Costa Rica, donde murió en 1983.

Wise, por su parte, cofundó tres empresas de venta de cosméticos a domicilio, fue presidenta de Viviane Woodard Cosmetics, asesoró a diversas compañías e incluso se dedicó al sector inmobiliario. Pero nunca volvió a repetir el éxito que consiguió en Tupperware. Murió en Florida en 1992.

En las décadas siguientes las fiestas fueron cada vez menos, la competencia cada vez más y los consumidores optaron por productos más baratos que podían adquirir en tiendas o simplemente con varios clicks desde la comodidad de su hogar.  La empresa que había dado nombre a los recipientes se fue desdibujando en la mente de los compradores. Y sus finanzas se resentían.

La pandemia le dio un respiro a la firma, con más personas cocinando y comiendo en casa e incluso con fiestas Tupperware online. Pero con la vuelta a la normalidad, las ventas cayeron otra vez. La situación desde entonces no ha hecho más que empeorar y esta semana la compañía ha solicitado la declaración de quiebra. Lejos quedan ya los años dorados de Tupper y Wise.

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