Día de Muertos, un festejo de vida y celebración

México.- Las tumbas lucen más limpias que de costumbre, presumen sus adornos de cempasúchil, nube, terciopelo, y crisantemos. No importa si son de cemento o de mármol, en todas hay una flor, una imagen, una oración o un recuerdo.

Las veladoras que hay en cada una de ellas hacen que la noche no sea tan oscura, son a su vez la guía para quienes vienen hoy, quienes regresan a visitar, a estar con sus familiares, aunque hayan muerto. 

Es la celebración del Día de Muertos en México, fecha en la que las familias se reúnen en los cementerios del país para pasar un día o una noche con sus familiares que han fallecido. 

Algunos rezan, otros cantan solos o acompañados de un mariachi o un trío, e incluso, hay familias que cenan los platillos que más gustaban a sus difuntos, porque hoy están con ellos, acompañándolos.

Entre los pueblos originarios de Mesoamérica se tiene la creencia de que el paso de la vida a la muerte es un viaje que emprendía el espíritu “hacia el otro mundo”, en donde habitan los dioses, por lo que se realizaban ritos y ceremonias para facilitar la transición. 

Con el paso del tiempo, esta celebración se fusionó con el catolicismo y se considera hoy en día una de las manifestaciones más representativas y emblemáticas de la cultura mexicana.

Debido a su gran colorido y sincretismo en algunos grupos étnicos, esta festividad fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2008.

Pero la ceremonia dedicada a los muertos no sólo incluye la mezcla de tradiciones precolombinas y católicas, también está presente la diversidad de expresiones sustentadas en la pluralidad étnica, cultural y lingüística de México.

Barrio Mágico de Mixquic

En la alcaldía de Tláhuac, al sur de la capital mexicana, se encuentra uno de los cementerios más visitados del país: el de San Andrés Mixquic, un barrio mágico que conserva hoy en día las tradiciones más auténticas del Día de Muertos en México.

La celebración inicia el 31 de octubre y termina el 3 de noviembre. Alrededor del panteón se instalan puestos de antojitos mexicanos, donde no pueden faltar los churros y el pan de muerto.

En la casa cural se encuentra un antiguo templo prehispánico que exhibe la piedra Miquiztli, la representación de la muerte en las primeras civilizaciones de México.

Janitzio

Se trata de una de las islas del lago de Pátzcuaro, en el municipio michoacano del mismo nombre y que sirvió de inspiración para la película “Coco”, de Disney Pixar.

Para llegar se debe tomar un bote, sorprende la forma y belleza de sus construcciones de adobe, donde sobresalen las paredes blancas con techos de teja roja. El aroma de las gladiolas y el cempasúchil invaden el cementerio Tzirumútaro, en un ambiente de tristeza.

Una campana que se encuentra en el arco de la entrada suena discretamente toda la noche, llama a las ánimas a que se presenten a la ceremonia, mientras que a lo lejos se escuchan cantos purépechas que imploran el descanso de los ausentes.

Pátzcuaro

Su arquitectura y belleza natural logran el marco perfecto para la celebración del Día de Muertos, cuando las familias acuden a los panteones a llevarles comida y colocar ofrendas desde el 28 de octubre.

Estos días, la gente se viste de muchos colores para venerar la muerte, hay festivales y procesiones y el 2 de noviembre, las familias en el panteón intercambia la comida de sus ofrendas, apagan las velas y se comen el pan de muerto junto con la calabaza en tacha.

Pomuch

Siguiendo una tradición maya, los habitantes del poblado de Pomuch -que forma parte del municipio de Hecelchakán, Campeche- se reúnen en el cementerio días antes de la celebración de  Muertos, para realizar la “Limpia de Huesos”.

Bajo este ritual, se sacan los esqueletos de los seres queridos para limpiarlos a detalle y dejarlos presentables para los días santos. Los huesos se depositan en una caja que abren durante los “siglos del maíz”, cada seis meses, para el cambio de manteles con bordados multicolor que dejan como ofrenda.

Xochimilco 

Otra de las alcaldías de la Ciudad de México que aún conserva sus antiguas tradiciones, y es el marco ideal para recorrer en trajinera la zona que se adorna de flores, veladoras y papel.

Pero en su canales también se recrea la historia de La Llorona, una leyenda del México clásico que señala que antes de la llegada de los españoles, el tianguis de Xochimilco era visitado por una elegante mujer que siempre cargaba una canasta llena de serpientes. 

Pero más particular era su lamento que sería considerado posteriormente como una premonición de la Conquista: “¡Ay, mis hijos!”, decía una y otra vez. 



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