A ver si la tercera es la vencida

El Tren México-Querétaro ha sido, por más de una década, un sueño largamente prometido y postergado. La promesa de un tren que uniría de manera rápida y eficiente a las dos ciudades más importantes de nuestro país ha sido utilizada como bandera política en más de una ocasión. Pero ahora, con el reciente anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum parece que finalmente podríamos estar más cerca de verlo convertirse en realidad.

Recordemos que esta es la tercera vez que se anuncia el proyecto. La primera ocasión fue en 2012, cuando el entonces presidente Enrique Peña Nieto lo prometió. Aquel tren, sin embargo, nunca vio la luz. La segunda promesa llegó en 2021 de la mano de Andrés Manuel López Obrador, pero nuevamente el proyecto quedó relegado, porque no hizo ni un kilómetro de vía, igual que otras tantas prioridades incumplidas de su sexenio.

Ahora, en 2024, bajo el gobierno de Sheinbaum, se ha vuelto a lanzar el proyecto con un enfoque renovado. Pero, ¿por qué ahora deberíamos creer que esta vez sí se construirá? El argumento más poderoso para apoyar este proyecto no es solo su capacidad de reducir tiempos de traslado, sino su potencial para democratizar el transporte.

Un tren de bajo costo, accesible para todos, tiene el poder de igualar las oportunidades. Independientemente de si tienes coche, de si puedes pagar por un servicio privado o de qué nivel de confort prefieras, todos llegaremos al mismo tiempo. Este tipo de transporte colectivo no sólo es eficiente, sino que representa un paso hacia una mayor equidad. En países más avanzados, los trenes de pasajeros son un pilar del transporte público. Son rápidos, ecológicos y, lo más importante, accesibles.

En México, hemos tardado en adoptar este enfoque, pero finalmente parece que se está virando hacia una inversión inteligente en infraestructura ferroviaria. Por supuesto, esta tercera promesa viene con sus propios desafíos.

El derecho de vía sigue siendo uno de los principales obstáculos. No todas las tierras necesarias para el paso del tren pertenecen al Estado, y negociar con los propietarios privados será un proceso complejo que podría alargar los tiempos. Pero, si se logra superar este escollo, podríamos ver el inicio de las obras en abril de 2025.

Además, se ha apostado nuevamente por el Ejército Mexicano, bajo la dirección de la Sedena, para llevar a cabo la construcción. Esta decisión, basada en la experiencia positiva que Sheinbaum tuvo cuando fue jefa de gobierno en la Ciudad de México, otorga cierta seguridad sobre la eficiencia y la calidad de la obra.

El tren México-Querétaro podría convertirse en un símbolo de cómo el transporte colectivo puede transformar nuestra movilidad diaria, en lugar de seguir sufriendo los embotellamientos y peligros de la carretera 57, una vía cada vez más saturada y peligrosa. 

Pero más allá de los beneficios obvios en términos de tiempo y seguridad, el verdadero impacto de este tren radica en su capacidad para cerrar brechas sociales.

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