2 de junio: Democracia y oposición ¿Cómo entender el triunfo y la derrota?

Por: Fernando Roberto Zúñiga Tapia

Twitter: @ZuFerTapia

Como lo dijera hace algunos años Winston Churchill, “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. En estos días, tal vez con mucha más fuerza, sonarán voces ganadoras enalteciendo sus virtudes, mientras que las y los perdedores buscarán recordarnos sus defectos y peligros.

Lo sucedido en México -este domingo 2 de junio- es inédito, por no decir casi inexplicable. Las cifras que nos presentan las autoridades electorales son tan contundentes como increíbles. Ni siquiera el grado de participación ciudadana puede hacerle sentido a quienes presenciamos largas filas y urnas llenas en nuestras comunidades.

No digo con ello que los datos de las autoridades electorales sean incorrectos; por el contrario, resulta claro que el peso de la realidad sorprende a nuestras propias percepciones. La congruencia obliga a no caer en la tentación de los “otros datos”.

La democracia en su sentido formal ha triunfado, una mayoría de la ciudadanía mexicana ha tomado una decisión abrumadora: que el partido en el poder no sólo continue ejerciéndolo, sino que tenga amplios márgenes para hacerlo. Sin embargo, desde el punto de vista material, nuestra democracia podría estar en un momento complicado.

Si bien es cierto la democracia privilegia las decisiones mayoritarias, sobre todo las abrumadoramente grandes; también lo es que el sistema democrático contiene un mínimo de mecanismos y protección en beneficio de las minorías. La esencia democrática no implica, ni implicará nunca, desaparecer las opciones que sean diferentes a lo que ha decidido la mayoría; por el contrario, buscará darse cabida y oportunidad a las voces que difieren. El diálogo entre opciones diferentes nutre y fortalece a la democracia.

Por ello, quienes hoy se asumen perdedores en las urnas, deben conocer que nuestra democracia nos otorga mecanismos y herramientas para defender nuestras causas, ideas y principios. Se equivocan quienes tratan de convencernos que la nueva realidad nos obliga a pensar como la mayoría; por el contrario, hoy más que nunca estamos obligados a repensar, reencausar y reposicionar nuestras propuestas.

Es cierto que nuestra democracia enfrentará el mayor reto de todos: consolidarse frente a la tentación del poder mayoritario o derrotarse ante él. En esta disyuntiva, las y los ganadores deben demostrar su talante democrático, si es verdad que creen en la fuerza de sus argumentos y propuestas sería en error tratar siquiera de eliminar a los opositores.

Para quienes hoy nos ubicamos como opositores, la humildad a la que obliga la derrota debe guiar nuestros primeros pasos; la autocritica no sólo se vuelve necesaria, sino el punto de partida en la recomposición del camino. Es un momento de definiciones profundas, requerimos repensar nuestro ideario, nuestras causas, nuestros programas de acción y nuestros propios ejercicios de gobierno, donde aún quedan.

Se trata de agruparnos, escucharnos, deconstruirnos y fortalecernos juntas y juntos. Es claro que nuestra forma de entender el ser oposición no es correcta; las y los mexicanos parecen exigir de nosotros el tránsito de la crítica a la propuesta, de la demagogia a la acción.

Caminar las calles, pedir disculpas a propios y extraños, regresar a la escucha permanente y a la gestión continua, son buenas ideas para comenzar nuestra reconstrucción. México necesita opositores, tan firmes, tan francos y tan combativos como alguna vez lo fueron quienes hoy ejercen el poder ¿seremos capaces de regalar este esfuerzo a nuestra democracia?

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