México.- No hay nada más auténtico y tradicional que el pozole para conmemorar 200 años de la consumación de la independencia de México, una celebración que se distingue, sobre todo, por los sabores, olores y colores de la gastronomía nacional.
Ya sea blanco, verde o rojo; con carne de puerco, pollo, camarón, sardina o chicharrón y acompañado de aguacate, rábano, limón, cebolla y lechuga, esta popular receta no falta en la cena con familiares o amigos la noche del 15 de septiembre de cada año.
Además, como invitados especiales, en la mesa siempre están presentes las tostadas, la crema y el queso para degustar de este manjar que hoy se ha consolidado como un ícono de la gastronomía nacional y un platillo obligado para cualquier turista que quiera adentrarse a los sabores de México.
Y aunque a lo largo del tiempo el pozole se ha diversificado en todos los rincones del país y es por ello que ya encontramos múltiples opciones dependiendo del estado y los alimentos regionales, lo cierto es que es un plato muy mexicano, ya que tiene su origen en la época prehispánica.
Antes de la llegada de los españoles, las comunidades originarias domesticaron el maíz y, posteriormente, le aplicaron el proceso de nixtamalización; ya después de la colonia le agregaron carne de cerdo, un producto animal alto en proteínas heredado por los conquistadores, dando como resultado una mezcla de sabor inigualable.
El nombre del protagonista de las fiestas patrias proviene del náhuatl pozolli, de tlapozonalli, que significa hervido o espumoso; de acuerdo con algunas versiones, en la época precolombina solo los dioses, emperadores y sacerdotes tenían acceso a él, así que ahora que tengas la oportunidad de degustarlo, siéntete como una deidad.
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